He entrado al mundo de la escritura casi por accidente, se podría decir. Cuando tenía 16 años, recibí un nuevo celular, el cual poseía un teclado QWERTY. Con la emoción que me invadía por probarlo, decidí, para acostumbrarme a su uso, escribir lo primero que se me viniera a la mente. Allí fue cuando comencé a arrojar a mi nuevo juguete algunas ideas, que con gran capacidad fue almacenando. Abandoné la práctica una vez que mis habilidades para teclear crecieron hasta el punto de estar conforme con ellas. Esas ideas se estancaron y fueron olvidadas, hasta que unos años después se interpusieron en mi camino. Agradezco por eso. Releí lo que había escrito, pensando que, como pasatiempo y con una capacidad mayor para escribir que cuando era adolescente, era capaz de mejorarlas y darle forma. Y así empecé a pasar horas sumergido en tal hermoso proceso, transformándose en una pasión irremplazable.

Mi ciudad natal, en la misma en la que vivo actualmente, es Rosario, ubicada en la provincia de Santa Fe, Argentina.