Matias Brasca
Poco puede decirse de un tipo que deja tanto que desear... salvo que nació en Rosario, fue criado en Rafaela y luego, cuando ya tuvo edad de merecer (por puro mérito cronológico nomás), se radicó en Córdoba donde comenzó un derrotero por distintas universidades en las que llevó a cabo atentados académicos que jamás concretó; y fue conserje y fue traductor y fue intérprete y fue escritor y fue realizador y fue tester y fue analista funcional y fue tanto y fue tan poco, hasta que un día se encontró frente a un monitor, teclado en mano (lo cual hace la tarea más difícil aún), escribiendo sobre sí mismo en tercera persona y no pudo evitar alienarse en esa bipolaridad que le resultaba tan ajena.
Hoy por hoy, vive lejísimos, sigue enamorado, es padre de la niña más hermosa del mundo, tiene perros y mantiene un régimen estricto de pochoclos y aceitunas.